Jaime Rodas
Cocinero y diseñador en potencia. Ingeniero y procrastinador profesional.

México está de pie

2017-09-22

Hace unos días, cinco minutos después de haber regresado a mi escritorio tras el simulacro de sismo por el aniversario del terremoto del 85, empezó a temblar. Lo que primero empezó en mi cabeza como “qué cagado que tiemble en el aniversario” rápidamente pasó a ser “no mames, está temblando bien culero”.

Lo que siguió fueron algunos de los segundos más largos de mi vida. Como estamos en un 4to piso, no podíamos bajar del edificio mientras temblaba, y por la ventana se veía cómo el edificio de enfrente se meneaba de manera horrible. Muchos pensaron que de plano se iba a caer. Tanto el edificio de enfrente como el mío aguantaron vara.

Tan pronto dejó de temblar, nuestros brigadistas abrieron la salida de emergencia y salimos en friega por las escaleras y de ahí a un parque cercano. Gracias a la época en la que vivimos, en segundos había logrado informarle a mi familia que no me había pasado nada y que no se preocuparan. Muchas personas de la chamba no tuvieron la misma suerte y tardaron horas en encontrar a todos los miembros de su familia que pudieron haber sido afectados. Me partió el corazón ver gente que no ubicaba a sus padres, hermanos, etc. y no podían hacer nada al respecto.

Unas horas después nos mandaron a nuestras casas y fue cuando realmente me di cuenta de la chingadera que había pasado. Los 7 años que llevo viviendo en la CDMX los he vivido en la Roma, que fue de las zonas más afectadas. Caminando hacia mi casa empecé a ver edificios caídos, militares cerrando calles y un chingo de gente (incluido yo) en shock. Un pequeño estornudo del continente le metió un madrazote a esta ciudad que amo.

Durante los siguientes días me ha tocado ver algo que sólo había escuchado en historias de mis papás y conocidos que vivieron el 85: México es un pueblo de héroes. Todavía no se asentaba el polvo y la gente ya estaba corriendo a ver cómo podía ayudar. Conocidos y desconocidos se empezaron a organizar para quitar escombro, atender heridos, juntar equipo, comida y materiales. No importó la lluvia, el dolor, ni el hambre, todos siguen ayudando. Ojalá que nuestro problema siempre fuera que hay demasiada gente queriendo ayudar.

Pasaron pocas horas y muchos de nuestros países amigos mandaron ayuda. Chile, Honduras, Japón, Estados Unidos, Venezuela, y quién sabe cuántos más mandaron gente experta para ayudar en el rescate de las personas que siguen atrapadas en los escombros. El día que necesiten ayuda nuestra, no se nos va a olvidar.

Caminando ayer por la colonia vi una televisión que mostraba algún noticiero con la leyenda “México está de pie”. Me sacó lágrima. A huevo que sí estamos de pie, gracias a la gente, de dentro y fuera que dio la mano para que este tropezón no nos tumbara.